Jesús Doblado Roldán
Enfermero
Hola, soy enfermera, y sí, estoy nuevamente llorando en el coche. En realidad, no es nada nuevo. Y, también es cierto, no ocurre todos los días.
Pero hay momentos en los que es necesario. Lo ha sido siempre, durante los más de veinte años que llevo desempeñando esta profesión. Ha habido distintas cuestiones que lo han provocado, pero, al fin y al cabo, el resultado ha sido el mismo.
Cuando llegó la pandemia, se acrecentó de una manera incontrolada. La impotencia me abrumó, y cuando salía de los muros del hospital, una vez duchada y liberada del miedo disfrazado de virus, sentada en el coche, las fuerzas me abandonaban, y toda esa coraza se hacía polvo en el interior del habitáculo.
Era mi momento, en el que todos los sentimientos que bullían en el interior se mostraban en forma de lágrimas, de esas que duelen al salir, pero que tienen la capacidad liberadora que sólo el llanto consigue en determinados momentos.
Y era así como, pasados unos minutos, conseguía serenarme, conducir hasta casa, y reencontrarme con mi familia un día más.
Pero hoy, ya no hay virus. Es cierto que sí lo seguimos teniendo aquí, pero, para la sociedad, ya han vuelto los problemas de siempre y las otras prioridades para olvidarse de nosotros, a la vez que lo hace del dichoso microorganismo […].