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Artículo Especial

Píldoras metodológicas en investigación enfermera: investigación en salud con perspectiva de género

Notes on nursing research: health research with a gender perspective

Ana María Moltó Boluda

Enfermera de familia. UGC Dr. Pedro Vallina (Sevilla).

La perspectiva de género en la investigación en salud es esencial para entender las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades. A pesar de que se sabe que hombres y mujeres presentan diferencias fisiológicas y biológicas, en muchas ocasiones las investigaciones en salud se han centrado principalmente, de una manera generalista, en hombres, sin tener en cuenta estas diferencias.

La perspectiva de género en la investigación en salud implica considerar los diferentes factores que influyen en la salud de hombres y mujeres, incluyendo los factores biológicos, sociales, culturales y psicológicos. Estos factores pueden afectar a la exposición a factores de riesgo, la respuesta a los tratamientos y la experiencia de la enfermedad.

Son datos conocidos que en muchos países las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres, pero también tienen una mayor probabilidad de vivir con discapacidades o enfermedades crónicas y que la expresión y manifestación de una misma enfermedad, así como la tolerancia a determinados fármacos, puede ser completamente distinta entre mujeres y hombres. Por ejemplo, en el caso de enfermedades cardíacas, se sabe que las mujeres presentan síntomas diferentes a los de los hombres. Las mujeres suelen experimentar dolor en el pecho, pero también pueden tener síntomas más sutiles como fatiga, náuseas o dificultad para respirar. Si los procesos investigadores no tienen en cuenta las diferencias de género, pueden pasarse por alto las señales de advertencia de enfermedades cardíacas en las mujeres, siendo infradiagnosticadas e infratratadas. De la misma manera, sin estudios donde la perspectiva de género esté presente se pueden propiciar problemas de salud como los informados con la vacuna contra el COVID-19, planteando preocupaciones específicas como la posible interacción de la vacuna con los anticonceptivos hormonales y/o cambios en el ciclo menstrual. Aunque aún no se ha establecido una relación clara entre la vacuna y los cambios menstruales, la evidencia anecdótica sugiere que es un fenómeno real que debe ser estudiado con mayor profundidad.

Los estudios de investigación para la salud, en gran parte, están diseñados para atender a un cuerpo «normal» y, en muchos casos, las mujeres se desvían de esta norma. Por ejemplo, las mujeres pueden experimentar cambios hormonales durante su ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia, lo que puede generar síntomas que a menudo son considerados como problemas médicos que necesitan ser tratados en vez de considerarlos procesos naturales. La medicalización en mujeres, como resultado de la influencia de factores sociales, culturales y económicos, puede incluir la prescripción excesiva de medicamentos, la realización de procedimientos innecesarios y un mal o tardío diagnóstico de enfermedades.

Las enfermedades que afectan principalmente a mujeres y no son de origen ginecológico, como puede ser la fibromialgia, han sido poco estudiadas por la medicina y suelen estar influenciadas por los estereotipos sobre la naturaleza femenina. Esta representación tiende a psicologizar estas enfermedades, suponiendo que las mujeres tienen una fragilidad mental y una incapacidad natural para adaptarse a situaciones estresantes, lo que puede impedir la búsqueda de otras causas y llevar a considerar estas enfermedades como menos graves de lo que realmente son, a pesar de ser altamente incapacitantes en muchos casos. El investigar sobre enfermedades como la fibromialgia con enfoque de género, no solo beneficiaría a las mujeres sino también a los hombres que la padecen, pues al ser una enfermedad “feminizada” es percibida como un estigma por los hombres.

Los roles de género, tan arraigados en muchas sociedades, dejan a cargo de las mujeres los cuidados y la familia, pudiendo aumentar la exposición a enfermedades como así ha ocurrido en épocas de epidemias o pandemias. Durante la epidemia de Ébola en África occidental entre 2014 y 2016, se informó que murieron más mujeres que hombres. Esta mayor tasa de mortalidad estaba relacionada con los cuidados a miembros enfermos de la familia en el hogar y un menor acceso a la educación y a la información sobre cómo prevenir la infección. Abordar en los estudios de investigación las desigualdades de género en el acceso a los servicios de salud y en la distribución de las responsabilidades de cuidado puede mejorar la salud y el bienestar de todas las personas, independientemente de su género.

Pese a conocerse todo lo argumentado anteriormente, la disgregación por sexos está infrautilizada en los estudios de investigación. Si realizamos una búsqueda bibliográfica podemos encontrar que la población de estudio es mayoritariamente masculina y que los resultados de esos trabajos se extrapolan a toda la población con carácter general (hombres y mujeres). Estudios sesgados donde no se tiene en cuenta la variable sexo, o se confunde sexo con género o no se explica si las evidencias encontradas están relacionadas con construcciones y vivencias del género […].

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