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Editorial

Reflexiones sobre el futuro de los cuidados no profesionales

Ana María Moltó Boluda

Enfermera comunitaria

Los avances científicos y el incremento de los hábitos de vida saludable han definido un aumento en la longevidad de las personas que, en algún momento de sus vidas, precisaran ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Por el contrario, cada vez son menos las personas con posibilidades de prestar cuidados, entre otros motivos, por la baja natalidad, el aumento de la incorporación de las mujeres al trabajo productivo, cambios en la estructura familiar y el poco reconocimiento que se da a estos cuidados. Estos hechos hacen pensar que los cuidados y el estado de bienestar del que disponemos en nuestro país, no se podrán mantener en un futuro.

Los cuidados en nuestra sociedad se articulan entre el sistema informal, cuyas principales características de estos cuidados son: el no ser remunerados, prestarse en la esfera de lo privado, depender de una relación afectiva y/o moral y que se naturalizan como propios del sexo femenino, esto hace que no se valoren, que se invisibilicen y que carezcan de reconocimiento social, y el sistema formal que se articula desde el Estado a través de fuentes institucionales y servicios profesionalizados, que incluyen tanto a los servicios sanitarios como a los servicios sociales. Con la mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral productivo con altos salarios, a finales de los años noventa, se produce en España un fenómeno de migración femenina, particularmente desde América Latina y posteriormente de los países del este de Europa, desempeñando estas mujeres, roles como trabajadoras del hogar, cuidadoras de personas mayores o niñeras. Estos cuidados, siendo remunerados, se podrían considerar cuidados formales, pero hay que tener en cuenta que en la mayoría de casos no son profesionales de la salud y que estos cuidados son los que prestarían a su propia familia si la precariedad económica y laboral no las hubiera impulsado a emigrar a otros países.

Algunas sociedades científicas recomiendan no referirnos a los cuidados no remunerados como cuidados informales, pues entienden que es una manera peyorativa de referirnos a ellos y sugieren llamarlos cuidados familiares […].

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