Seguro que en alguna ocasión habremos oído hablar del bulo sobre la anécdota de Camilo José Cela en el Senado, cuando fue amonestado por el presidente de la Cámara Alta al verle dormitando, a lo que el Premio Nobel, gran erudito del lenguaje, contestó que no estaba dormido, sino que estaba durmiendo. El censor de su actitud declaró no entender la diferencia entre ambas acciones, a lo que Cela le respondió: «pues es la misma que hay entre estar jodido y estar jodiendo». Cela tomó como suyo, aunque cambiando términos lingüísticos, el relato protagonizado por Antonio Ríos Rosas. El que fuera un siglo antes ministro de O’Donnell, argumentó al vivir la situación de dormitar en una sesión de Cortes, que la diferencia entre estar dormido y estar durmiendo era la misma «que estar bebido y estar bebiendo». El lenguaje es una herramienta fundamental para la comunicación y el entendimiento entre los seres humanos. Su importancia es innegable en diversos aspectos de la vida cotidiana, la sociedad, la cultura y el desarrollo humano. Así, entre otras razones, dominar el lenguaje es crucial para el éxito personal y profesional. La capacidad de comunicarse de manera efectiva es apreciada en prácticamente todos los campos laborales y resulta fundamental para construir relaciones sólidas y progresar profesionalmente. Las lenguas cambian continuamente y de forma muy variada. Aparecen nuevas palabras y frases, mientras que otras caen en desuso. Las palabras cambian sutilmente, o menos sutilmente, su significado o desarrollan nuevos significados, mientras que los sonidos del habla y la entonación cambian continuamente. […].
El lenguaje SÍ importa
Ana María Moltó Boluda
Miembro del comité de redacción de Hygia